viernes, 23 de mayo de 2008

Fransisco

Fransisco, Sofia nunca te amo. Siempre me hizo acordar a mamá, que cuando le pregunte, alguna vez, en una conversación poco común entre nosotros, si estaba enamorada de papá me dijo que cuando lo besaba, a veces, sentía mariposas en la panza. Pobre vieja, nunca supo lo que es el amor, sin decir que además eso de las mariposas en la panza es un lugar común poco romántico. Al menos, si le creo, conserva el deseo sexual, y lo conserva con el viejo.
No te lo voy a negar, a Sofia siempre le gusto tu boca, por ejemplo. Creo que en tu boca enjugaba esas lágrimas que, nosotros sabemos, jamás se le escapaban, a diferencia mía, que me la paso llorando a escondidas. Pero eso tampoco tiene que ver con el amor. Los otros días me cruce con un chico muy parecido a vos, y pensé que si un día te cambiaban a vos por el, Sofia se acostumbraría rápidamente. No digo que no lo notaria (tal vez sea eso lo grave), pero ella es una mina muy adaptable, y entre ustedes, digámoslo, no se conocen demasiado.

Sofia siempre me opaco, y eso me parece, hasta el día de hoy, muy injusto. En casa su destreza para el handbal siempre intereso más que mi música. Que ella se pasara el día entrenando y que todos se sorprendieran por su capacidad deportiva siempre fue para papá (y claro, para mamá también) más importante y rescatable que mis eternas horas frente al piano, componiendo y descomponiendo música, por supuesto, siempre de noche, en el cuarto del otro lado del patio, que en un principio había sido construido como deposito y al que fue a parar ese piano que quedo de una abuela que nunca conocí. Allí, depositados, pasábamos las noches yo y el piano. Toque algunas veces canciones en los actos escolares, canciones que no me gustaban. Tal vez por eso con el tiempo deje de tocar. Y el piano se quedo solo. Además papá y mamá nunca me fueron a ver. Diferente era cuando Sofia jugaba al handbal en las ligas íntercolegiales. A cualquier lado la iban a ver, y siempre la felicitaban, aun cuando perdía perramente. Sospecho que así se sentían mejores padres, y estaban convencidos de que su pedagogía era insuperable. Yo creo que ella tampoco prospero mucho en el handbal porque le faltaba pasión, aunque lo disimulaba muy bien. Al final el handbal se compone de dos cosas: pasión y dinero. Ni una ni la otra tenia la fracasada de Sofia.
Igualmente, ella siempre llamo mas la atención, probablemente porque era más extrovertida, es cierto, pero además porque cumplía con las banales expectativas que las personas depositan en las personas. Así fue como yo quede relegada. Eso es ser hija segunda, ser segunda, quedar en el segundo lugar. No el estúpido orden cronológico de los nacimientos. Como si el tiempo tuviera ese poder, como si de el dependiera lo que somos, lo que no somos. Igual que esa locura del horóscopo. Si la religión es el opio de los pueblos, cabria ponerse a pensar que clase de droga es el horóscopo, que en menor medida tiene un efecto mas inmediato y directo.
Eso me hace acordar a las pocas veces que Sofia disentía con papá, en cuestiones como el handbal o la religión y mamá se espantaba diciéndole a Sofia:

- ¡Que Dios no te oiga!, ¡que Dios no te oiga!...
A veces se me ocurre la idea de que Dios es sordo. Es lógico, causa – consecuencia. Causa: Dios es sordo. Consecuencia: Somos sordos. El muy vanidoso de Dios nos hizo a su semejanza, y no fue capaz de reconocer sus carencias. De vuelta lo mismo, así de vanidosos somos.

A veces pienso que hubiera sido mejor, para ambas, ser mellizas, y no esta convivencia tormentosa que nos tocó compartir desde siempre.

Cuando Sofia empezó a coquetear con vos, yo me enamoraba de uno de tus compañeros de curso. A el le pasaba poemas, y alguna vez le di a entender que una de las canciones que toque para el 25 de mayo, era dedicado a el. Pero las canciones patrias jamás sirvieron para enamorar a nadie. Y a los chicos en ese momento no les interesaba la música, el piano, y mucho menos la patria. Y del amor, creo que por naturaleza, a esa edad todos y todas huían. También Sofia, por eso quería estar con vos, de vos no se iba a enamorar, aunque le gustabas terriblemente. Su corazón estaba en otro lado y quería escapar de eso, tal vez por miedo al fracaso, al dolor. Así de cagóna era Sofia.
Yo olvide con el tiempo a tu compañero, igual que me olvide del piano. No prospere tampoco con la poesía y mis primeros intentos quedaron en un cajón en la pieza de Sofia, y se transformaron rápidamente en los últimos.
En cambio tu relación con ella se hizo pública casi inmediatamente, te presentaste ante la familia, ante los amigos, y ese noviazgo estable y serio termino de borrarme del mapa. Sofia había cumplido finalmente con lo esperable, con lo predecible, con lo necesario, lo satisfactorio.

Cuando nos casamos Fransisco, mamá me dijo que había echo lo correcto. Yo me quede callada, como lo hice durante 45 años. Pero hubiera querido decirle: No mamá, a veces lo correcto también se elige.

Cuando tengas esta carta en tus manos, Fransisco, Sofia ya no estará, ni la que vos conociste, ni la que con vos se caso, ni esa que te engañaba con tu compañero de curso, del que se enamoro y el que después de nuestro casamiento reapareció y con el que mantuve una relación clandestina de 20 años.
Sí, de Diego te hablo, de ese paliducho que nunca te cayó bien. No aguantó más mi cobardía y el silencio. Ayer se suicido.
Yo tampoco soporto más mi cobardía y el silencio. El mío, y el de el, que ahora esta muerto.

Estas palabras, Fransisco, quedan para vos, para que recuerdes a Sofia y me odies. Ese sentimiento que, sabemos, no viene a reemplazar ningún otro.

Sofia.

4 comentarios:

Cristian Sena dijo...

Un fuerte aplauso Brenda.
Hermoso escrito. Muy lindo realmente.

Matías dijo...

Facha!!! bueniiiiiisimo, buenisimo....

beso en nalga!

Mat

(eh...te presto mi pieza para el cuento jejeje)

Unknown dijo...

wow mujer!
una grossa... me sumo al aplauso!

Bistreaux dijo...

Texto macizo Brenda.
Mujeres: No le hagan eso a un hombre. Menos si se llama Francisco.